"El contenido de este curso requiere de ciertos conocimientos previos
y no me puedo devolver, así es que vean ustedes que hacen"
Una expresión como la
arriba consignada, en labios de un docente, muestra su falta de
profesionalismo. Se trata de alguien que
ignora cómo el abordaje pedagógico y las metas de comprensión (conocimientos +
competencias) son componentes de un ciclo interdependiente.
Tampoco entiende que la
“pureza” del método debe estar al servicio de los propósitos formativos,
siempre y cuando estos busquen el integral crecimiento, intelectual y personal,
de los y las estudiantes.
Colocar al estudiante
en el centro del proceso formativo, como proponen las más recientes teorías del
aprendizaje, demanda una respuesta sensible a las necesidades de este. “Devolverse”
para cubrir algún contenido previo, o no, debería ser una decisión tomada tras
ponderar una serie de variables. Por ejemplo, ¿qué tan extenso es el contenido?
¿Cuán importante para lo que se verá? ¿Permite su complejidad el estudio
independiente por parte del alumnado? ¿Existe responsabilidad de la institución
educativa respecto a la omisión? ¿Son muchos los estudiantes carentes de los
contenidos?
En fin, en docencia,
al igual que en otros aspectos de la vida, es preciso encontrar un equilibrio
entre la estructura, la creatividad, y el agudo sentido de lo más beneficioso
para el estudiantado, razón de ser de nuestro quehacer. En dicha ecuación, quienes ejercen la profesión no pueden olvidar su esencia de servicio.
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